Mons. Hugo Alberto Torres Marín
ARQUIDIÓCESIS DE SANTA FE DE ANTIOQUIA
Marzo 23 de 2023

Queridos hermanos y hermanas

Hoy la liturgia nos invita a celebrar la memoria obligatoria de Santo Toribio de Mogrovejo, un laico de sólida formación que fue presentado por el Emperador Felipe II al Papa Gregorio XIII como el candidato más idóneo para proveer la sede vacante del arzobispado de Lima en 1581. Una vez ordenado sacerdote y consagrado obispo, fue tal el celo misionero que imprimió a su ministerio  y tal la  estructura pastoral que dio a esa Iglesia limeña,  que  el Papa Benedicto XIV lo comparó con San Carlos Borromeo, y El día 10 de Mayo de 1983, Su Santidad Juan Pablo II, mediante una Bula, “lo declaró y confirmó  Patrono ante Dios de los Obispos de América Latina”.

La Palabra de Dios que ilumina esta memoria, el ejemplo de Toribio y otros prelados, nos muestran una ruta para seguir caminando hacia una iglesia sinodal misionera.

  1. Corresponsabilidad en la misión de la Iglesia

Nos cuenta la Palabra que hemos proclamado, como Dios siempre ha provisto a su pueblo de pastores, El mismo, ante la desidia de los pastores, es quien pastorea las ovejas “se ocupa de sus ovejas… las saca de todos los lugares .., las lleva a descansar”  (Ez. 34,11. 14),. Así lo hicieron también  los apóstoles y entre ellos Pablo  que cuido  el “precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo” (2Tim 2,14) y lo confió a su discípulo Timoteo con la tarea de que hiciera lo mismo  “confíalo  a personas que merezcan confianza” (2Ti, 2,2). La iglesia jerárquicamente organizada lo ha seguido haciendo y así ocurrió con el llamado que recibe Toribio de Mogrovejo a ser arzobispo de Lima, cuando desde América le piden  al emperador  Felipe II “Un Prelado de buen cabalgar, no esquivo a la aventura misional, no menos misionero que gobernante, más jurista que teólogo, y de pulso firme para el timón de nave difícil, a quien no faltase el espíritu combativo en aquella tierra de águilas” y el emperador no dudo en presentar a Toribio, un laico “Austero, alegre, sobrio, caritativo, penitente, cumplidor minucioso del deber, generoso, que ganaba el corazón de los hombres y comunicaba el amor a Dios” (Agustín de Puente). Este laico Toribio, humilde y prudente  quiso rehusar el cargo pero pudo más la fuerza de la obediencia “Si bien es un peso que supera mis fuerzas, temible aun para los ángeles y a pesar de verme indigno de tan alto cargo, no he deferido más el aceptarlo, confiado en el Señor y arrojando en Él todas mis inquietudes”.

Para caminar hacia una iglesia sinodal misionera, el laico Toribio hecho clérigo (arzobispo) nos enseña aceptar la voluntad de Dios y a cumplirla sin reserva. Así mismo, nos invita a valorar la dignidad de bautizados, la dignidad de consagrados  y la dignidad del episcopado y reconocerlo como expresión de los servicios,  dones, carismas y ministerios que adornan al pueblo de Dios. Es la invitación a promover “la teología bautismal o teología del Pueblo de Dios”  base y fundamento de la corresponsabilidad en la misión de la Iglesia. “Corresponsabilidad con la que los bautizados no se sienten identificados, la mentalidad de muchos clérigos, no la favorece y los o las religiosas y algunos movimientos laicos de apostolado, se mantienen sutil o abiertamente al margen de las dinámicas pastorales diocesanas”. (CEMexico). Se mantiene el desafío de armonizar en la iglesia local y la Provincia la dimensión carismática e institucional connatural al Pueblo de Dios.

2. Profundo espíritu Misionero

Jesús tal como lo hemos escuchado en el evangelio de san Mateo, recorría las ciudades y los pueblos enseñando en las sinagogas, proclamando la buena Nueva del Reino y compadeciéndose de los enfermos, los fatigados y abatidos. Este modo de ser de Jesús muy seguramente inspiro el  profundo espíritu misionero de santo Toribio, pues cuentan los historiadores que “El nuevo arzobispo de Lima en los veinticinco años que vivió como pastor de su inmensa archidiócesis, dedicó diecisiete a recorrer aquel basto y difícil territorio en visitas pastorales”, y como el mismo los dice en sus escritos: “conociendo y apacentando mis ovejas, corrigiendo y remediando, lo que ha parecido convenir, y predicando, andando y caminando más de cinco mil doscientas leguas, a cada pueblo hablando su lengua”(el quechua y el aimara).   Como  una muestra de su compasión por aquellas  personas encomendadas a su celo de pastor Santo Toribio fue  creando parroquias y misiones y fomentando todo tipo de obras apostólicas y educativas que enaltecieran la dignidad de toda persona.

Entre nuestros obispos  sobresalen por su espíritu misionero:

  • Domingo Antonio Riaño Martínez, boyacense (1855 – 1866). “Mártir del deber”, vejado por los regímenes radicales de su tiempo. Durante su episcopado relativamente breve, recorrió a caballo todas las regiones de su inmensa diócesis que abarcaba por entonces el Estado de Antioquia, los actuales departamentos de Antioquia, Caldas, Risaralda y Quindío y visitó todas las parroquias.
  • Jesús María Rodríguez Balbín 1883 – 1891. Nació en Santa Fe de Antioquia, de la que es su quinto obispo. Fue llamado por el papa León XIII: “El santo obispo de Antioquia….. Su labor pastoral y humanitaria fue muy fructífera…..Caracterizado como pastor misionero, acorde con el nuevo catolicismo de León XIII, que miraba hacia a la catequización de los «desheredados de los bienes espirituales», se interesa por los indígenas de Urabá y los pobladores del Bajo Cauca
  • Maximiliano Crespo Rivera Fue de su Visión Pastoral que surgió la Prefectura Apostólica de Urabá y es suya la aprobación de la profética misión de Santa Laura Montoya Upegui en 1914 en Dabeiba. Mancomunadamente trabajaron las dos misiones entre 1919-1924.

El espirito misionero de Santo Toribio al igual que el de los obispos  que han dejado su huella en la Iglesia de Santa Fe, va mostrando que otro camino para edificar una iglesia sinodal misionera es  la apertura al Espíritu que pide a las iglesias “estar en casas de otros”,  “Ensanchar la tienda”, mediante un trabajo evangelizador que siguiendo el modelo de “iglesia en salida misionera”, renueve las estrategias, empeños, dedicación y motivaciones para caminar juntos, llegando a los que son más alejados del territorio de la Provincia de Santa Fe:  los pueblos originarios en sus diferentes etnias, los afro descendientes, los campesinos, los mineros tradicionales, los ilegales, las victimas de todas la violencias,  los turistas, etc.  Necesitamos seguir dando forma a una “iglesia en salida” que renovando sus estructuras pastorales responda a los retos sociales y medioambientales que irán  generando el urbanismo, el transporte pesado  por las vías 4G, los megaproyectos mineros y muy importante, una iglesia que desea seguir aportando al dialogo social y a la consolidación de los procesos de construcción de paz, la reconciliación, el perdón y la reparación.

3. Animar la Espiritualidad de comunión

Jesús anuncia el reino involucrándose en las realidades humanas que más consuelo merecen y va preparando a sus discípulos para que hagan lo que el mismo hace, pero además, los implica en las soluciones haciéndolos conscientes de lo desbordante de la tarea que les espera “la mies es mucha, más los obreros pocos”, y de la necesidad de entrar en la comunión con el dueño de la mies “para que envié obreros a su mies” (Mt. 9, 37.38). Este mandato de entrar en comunión con el  Padre para que provea de pastores a su pueblo lo entendieron muy bien Santo Toribio y los pastores que han guiado esta porción del pueblo de Dios.

De las salidas misioneras realizadas por Santo Toribio, quedaban a lo largo y ancho de su jurisdicción  comunidades eclesiales consolidadas, edificadas sobre la espiritualidad de la eucaristía, que tenían como signo de su madurez las capillas doctrineras en las cuales se congregaban los fieles para la adoración del Santísimo sacramento y para recibir la  formación de la iniciación cristiana. Para proveer de pastores idóneos a los grupos humanos  (españoles e indígenas) que se iban formando en todo el territorio al calor de los templos, Funda el primer seminario posconcilio de Trento en esta zona del mundo el  9 Octubre de 1591 para formar un clero nativo (mestizo) que se caracterizara por la santidad de vida y no por la procedencia racial, tema discutible en esa época. “Este seminario aún subsiste  y permite proveer de pastores “para abordar la ingente tarea de construir comunidades cristianas que se reúnan con gozo en la celebración dominical”. Entre los prelados de esta Iglesia de Santa Fe preocupado por la  formación del clero y por consiguiente del Pueblo de Dios, sobresalen

  • “El dominico Fray Mariano Garnica y Orjuela, su primer obispo, llamado el organizador de la diócesis. Inauguró el 18 de abril de 1830 el seminario mayor bajo el patronato de Santo Tomás de Aquino.
  • Monseñor Juan de la Cruz Gómez Plata, santandereano (1836-1850), segundo obispo de Antioquia, es llamado el Ilustre repúblico y cuya principal preocupación fue la formación del clero por lo que reabrió en 1836 el seminario.
  • Jesús María Rodríguez Balbín… Su celo apostólico logró la llegada de los padres Eudístas desde Francia al seminario mayor de Antioquia en 1887.
  • Eladio Acosta Arteaga, antioqueño (1970 – 1988 – 1992). El último obispo de Antioquia, primer arzobispo de Santafé de Antioquia. El incansable, el indomable, el misionero, y promotor de vocaciones. Preclaro miembro de la Comunidad de San Juan Eudes, es el don de Dios para esta Iglesia Particular llevándola a su plenitud a través del ministerio de la Palabra, de la Liturgia y la restauración del Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino, milagro de la Divina Providencia, fruto de la oración, sacrificio de nuestro prelado. Nadie podría negar que para monseñor Acosta Arteaga, el seminario era “la Niña de sus Ojos” y fruto de sus entrañas de pastor. Desde su reapertura en 1981 fue siempre su desvelo constante. Con entusiasmo paulino y echándose el cansancio a espaldas recorrió palmo a palmo la variada y accidentada geografía de su Iglesia particular llegando a los más remotos parajes de sus parroquias periféricas, como ningún otro pastor antes”.

El interés de los obispos por proveer la formación de los pastores que garanticen comunidades cristianas eucarísticas va mostrando la necesidad de encaminar todos los esfuerzos para hacer de la iglesia particular como lo dijo el Papa Juan Pablo II en la NMI una “casa y escuela de la espiritualidad de comunión” que encuentra en la eucaristía su fuente y su cumbre, en el obispo su animador  y en el PEIP el método para lograr que la comunidad cristiana en general y las pequeñas comunidades eclesiales en particular, sean “el origen lugar y meta de la evangelización, (DGC 254), logrando que “todos los ámbitos en que se modela al hombre y al cristiano:  la parroquia, asociaciones católicas, movimientos eclesiales, la familia, escuelas católicas o los grupos juveniles, las empresas y organizaciones públicas o privadas, etc. Solo una firme espiritualidad facilita el caminar hacia una iglesia sinodal misionera.

4. La colegialidad episcopal

En Ez 34, 1-9,  versículos anteriores al texto que hemos escuchado hoy, Dios recrimina a los pastores que “no se preocupan de las ovejas, que sólo  de atienden a sí mismos pero no del rebaño” v.8 y Pablo en 2Tim 2,3 le dice a Timoteo “soporta   las dificultades como un buen soldado de Cristo Jesús….ambos textos ponen de presente las tentaciones humanas que tienen los pastores del Pueblo de Dios, explotar las ovejas, ser simples funcionarios, el cansancio, el bournot, la perdida de sentido, la soledad, el desaliento ante la indiferencia del rebaño.  Cómo contrarrestar estas tentaciones?

Santo Toribio Pastor creativo, inquieto, trabajador incansable,  auténtico evangelizador que solo quiso “dejar plantada la fe en la nueva Iglesia”, nos da la clave.  El “se dedicó  con mucha inteligencia, a estructurar la Iglesia de América según el espíritu del Concilio de Trento; por ello, convocó, tres concilios provinciales: los conocidos tres Concilios Limenses: el III Concilio Limense (1582-1583), el IV Concilio Limense (1591) y el V Concilio Limense (1601); también convocó 13 Sínodos (entre 1582 y 1604)… el fin de estos concilios “Su fin primordial será la construcción de lo que Santo Toribio denominó “la nueva cristiandad de las Indias”. De su importancia da fe la vigencia mantenida hasta el Concilio Plenario de América Latina, celebrado en Roma en el año 1899, tres siglos más tarde.

En nuestra iglesia arquidiócesana también sus obispos han presidio asambleas para la definición del sistema de evangelización como instrumento para el fortalecimiento de la comunión eclesial y responder al llamado de una Nueva evangelización, es el caso de Mons. Ignacio Aristizabal y Mons. Orlando Corrales quienes junto con su presbiterio y los fieles hicieron  la opción por el Proceso Evangelización de la Iglesia Particular, lo animaron, adaptaron, y hoy es senda segura para caminar juntos.  La clave o ruta que nos ha mostrado Santo Toribio con los concilios y sínodos convocados es la de la colegialidad como antídoto para superar las tentaciones de los pastores.  Estos ejercicios conciliares y sinodales fueron el puente para unir el sentir de la iglesia particular con el sentir de la Iglesia universal, para expresar la comunión entre  Iglesias sufragáneas, la comunión teológica y pastoral,  fueron una manera concreta de vivir la sinodalidad de la Iglesia gracias al ministerio colegial de los obispos.

Hoy los invito que oremos por nuestros pastores, sacerdotes y obispos; para que a través de las estructuras pastorales que se han creado podamos crecer en la fraternidad sacerdotal y en la colegialidad episcopal. Oremos por Santo Padre, el obispo de Roma, el primero entre iguales, el Pastor de los Pastores. Oremos por el Señor Nuncio Mons. Luis Mariano Montemayor que está terminando su servicio como representante del Santo Padre en Colombia y que en pocos días retoma la representación de la Iglesia de Irlanda. Encomendemos a los hermanos Obispos de la CEC,  un grupo muy nutrido está en Roma a los pies de la tumba de San Pedro y San Pablo en diálogo con el Santo Padre Francisco y sus representes en los dicasterios, en signo de comunión y amor.  Oremos por los obispos de las provincias de Medellín y Santa de Antioquia y los señores obispos y arzobispos que en servicio en sus sedes o ya eméritos, pensamos la Iglesia, la oramos y  con la asistencia del E. Santo la guiamos en espíritu SINODAL MISIONERO

Encomiendo mi ministerio en esta arquidiócesis a la protección se Santa María de la Antigua del Darién, animadora de la evangelización de nuestros pueblos y la declaro guía de mi caminar por los territorios de las Provincias de Antioquia para dar apoyo a mis hermanos obispos, sus presbiterios y fieles.  Y a ejemplo de Santo Toribio quien siempre se declaró como auténtico hijo de Santa María, todos los obispos de Colombia matriculados en la escuela de María, La INMACULADA CONCEPCION, Patrona de este templo catedral,  decimos si a la voluntad de Dios en nuestras vidas, nuestros presbiterios y en nuestros pueblos y nuestro País para quien pedimos la Paz y la reconciliación.

Amén