La (Diócesis de Apartadó en latín: Dioecesis Apartadoënsis) es una jurisdicción eclesiástica de la Iglesia Católica en Colombia, con sede en el municipio del mismo nombre, y hace parte de la provincia eclesiástica de Antioquia.
La Diócesis de Apartadó fue creada mediante la bula Quo Aptius del 18 de junio de 1988, surge de territorio desmembrado de la hoy Arquidiócesis de Santa Fe de Antioquia, con Mons. Isaías Duarte Cancino como su primer obispo, el cual toma posesión el 19 de agosto siguiente. El 18 de marzo de 1997, Mons. Tulio Duque Gutiérrez fue nombrado Obispo titular de la Diócesis de Apartadó, toma posesión canónica el 19 de abril siguiente; nombrado Obispo titular de la Diócesis de Pereira en 2001, siendo reemplazado por Mons. Héctor Salah Zuleta como administrador apostólico, y en 2002, Mons. Germán García Isaza es nombrado obispo titular, tomando posesión el 27 de abril. Éste, murió el 11 de octubre de 2006, fue sucedido por Mons. Luis Adriano Piedrahita Sandoval, designado el 3 de julio de 2007, quien el 5 de agosto de 2014 fue Nombrado obispo de Santa Marta. Actualmente es obispo de la Diócesis Mons. Hugo Alberto Torres Marín. Nombrado por el Papa Francisco como obispo en propiedad, el 30 de septiembre de 2015.
Está conformada por las parroquias de los siguientes municipios, tanto antioqueños como chocoanos: Acandí, Apartadó, Arboletes, Carepa, Carmen del Darién, Chigorodó, Mutatá, Necoclí, Riosucio, San Juan de Urabá, San Pedro de Urabá, Turbo, y Unguía; los corregimientos de Belén de Bajirá, Currulao, Nueva Colonia, Juradó, El Totumo, Zungo Embarcadero, Candelaria, El Reposo, El Tres, Balboa, Capurganá, Gilgal, Pueblo Bello y Pueblo Nuevo.
Limita al norte con el Mar Caribe, al nordeste con la Diócesis de Montería, al este con la Diócesis de Montelíbano, al sureste con la Arquidiócesis de Santa Fe de Antioquia, al sur con la Diócesis de Quibdó, al suroeste con la Diócesis de Istmina-Tadó, y al noroeste con la Diócesis de Chitré y la Diócesis de Colón-Kuna Yala (Estas dos últimas de territorio panameño).
1. VISIÓN
La Diócesis de Apartadó en el 2025 habrá consolidado la misión evangelizadora y afianzado el Reino de Dios, mediante procesos integrales de fe, por el encuentro con Jesucristo, la comunión, la participación y la articulación de sus estructuras y liderazgos pastorales.
2. MISIÓN
La Diócesis de Apartadó anuncia el Evangelio desde el testimonio de Jesucristo vivo, a través de un proceso evangelizador que forma comunidad de creyentes en salida misionera, para que todo el pueblo de Dios en Él tenga vida en abundancia.
3. PRINCIPIOS Y VALORES
La Iglesia particular de Apartadó:
Está en estado permanente de conversión (kerigma, comunión y misión).
Es Profética, ministerial y testimonial.
Vive la Valoración y respeto por las diversidades en diálogo con la realidad y el cuidado de la creación.
4. URGENCIAS PASTORALES
Planeación pastoral participativa.
Coherencia entre Fe y Vida.
Fortalecimiento de la Institución Familiar.
Formación integral en los Agentes de Pastoral.
5. CRITERIOS O LINEAS DE ACCIÓN
Cada parroquia ha de tener su propio plan de pastoral articulado con el diocesano, y animado por el Consejo de pastoral parroquial.
Cada programa pastoral diocesano y parroquial ha de presentar su historia de huellas pastorales, inventario, presupuesto y cronograma respectivo.
Las actividades diocesanas priman sobre cualquier otra actividad parroquial o personal.
Toda acción pastoral ha de estar iluminada por las fuentes de la revelación: la Sagrada Escritura, la Tradición del Magisterio de la Iglesia y Signos de los tiempos. Integrar, Divulgar y apoyar las acciones pastorales diocesanas.
Respetar la continuidad de los procesos pastorales parroquiales y diocesanos Hacer de la parroquia una casa común de acogida y respeto por la persona, su dignidad y diversidad.
Todas las actividades pastorales deben integrar el núcleo familiar. Acompañar a la familia en todo el proceso de vida Cristiana.
Todos los agentes de pastoral deben estar inmersos en procesos comunitarios de Fe y formación integral a nivel diocesano y parroquial.
Todo ministerio es el culmen de un proceso de evangelización.
6. OBJETIVO GENERAL
Lograr que la Diócesis de Apartadó sea un lugar de comunión, escuela de discípulos misioneros, para que mediante procesos integrales de fe, por el encuentro con Jesucristo, incida en la transformación religiosa y social del Urabá – Darién.
7. MARCO DOCTRINAL
7.1. La Diócesis que soñamos
Como bien lo expresó Aparecida “la Diócesis, presidida por el obispo, es el primer ámbito de la comunión y la misión” (DA 169), un lugar privilegiado para vivir y predicar el proyecto de Jesús (cf. Lc 4,18- 19), para promover una cultura cristiana que responda a toda la problemática que desafía a la porción del pueblo de Dios que habita en el Urabá Darién.
El diagnóstico anteriormente descrito revela a la Iglesia Diocesana una realidad que debe asumir y transformar desde el evangelio de Jesús. Y el camino a seguir lo podemos encontrar en la intuición del Papa Francisco cuando invita a: “Volver a las fuentes y recuperar la frescura original del evangelio” (EG 11).
La Iglesia Diocesana de Apartadó tiene la tarea de asumir la fe cristina como un estilo de vida, en una dinámica de conversión personal, que permita avanzar hacia una conversión pastoral, pasando de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera (cf. DA 370), renovando las metodologías evangelizadoras y revisando los contenidos del mensaje cristiano, para abrir nuevos caminos guiados por el Espíritu de Jesús.
La Iglesia Diocesana que soñamos tiene la capacidad de ir a todos, darle todo e involucrar a todos. Una Iglesia en comunión y participación, donde todos sus miembros se sienten valiosos y con sentido de pertenencia con el proyecto de Jesús que no vino a ser servido sino a servir. Una Iglesia Diocesana donde son incluidas todas las personas, todas las estructuras y todos los carismas, debidamente articulados en una pastoral orgánica.
Una Iglesia que sea foco de irradiación misionera, con capacidad de impulsar y conducir una acción pastoral planificada, renovada y vigorosa, de manera que la variedad de carismas, servicios y estructuras se orienten en un mismo proyecto misionero que responda a las necesidades más profundas de las gentes que peregrina en esta amada tierra de Urabá. Una Iglesia Diocesana sacramento visible de salvación (Cf. EN 23) que unida al cuerpo de las Iglesias hace de la evangelización su vocación más genuina, para que cercanos, lejanos y alejados acojan con sinceridad la buena noticia del Reino y juntos se animen a construir y a vivir el Reino de Dios y su justicia.
7.2. Reino de Dios y su Justicia
El Reino de Dios se revela en Jesucristo (Cf. LG 5). Hacer que Jesucristo sea conocido, amado y seguido, se convierte en la finalidad de la Iglesia Diocesana de Apartadó. El proyecto de Jesús que de una manera sucinta lo encontramos en Lc 4, 18- 20, ha de ser su inspiración y la carta de navegación de la Iglesia Diocesana. Anunciar el kerigma con fuerza profética; salir a las periferias locales y existenciales haciendo una opción preferencial por los pobres y empobrecidos acompañándolos y animándolos en el espíritu de las bienaventuranzas; luchando contra todo sistema opresor o estructura de pecado que aliena y que mata; acercándose a víctimas y victimarios, acogiéndolos y promoviéndolos en su dignidad; haciendo una lectura atenta a los signos de los tiempos para reinventarse en la fidelidad y dar respuesta a los desafíos de cada época y predicando el cuidado de la creación como lugar teológico es encontrar en el Urabá Darién su razón de ser.
7.3. Renovación de estructuras
Las estructuras son necesarias para favorecer los servicios en la Iglesia, si no cumple con esta funcionalidad, estamos hablando de estructuras caducas que no favorecen para nada la transmisión de la fe, y que deben ser repensadas a la luz del evangelio y los signos de los tiempos (Cf. DA 365; EG33; 43).
Las estructuras diocesanas llámense consejos, fundaciones, pastoral social, pastoral educativa, delegaciones de pastoral etc. Al igual que las estructuras y programas parroquiales, deben estar en comunión con el ideal de Diócesis que queremos y articuladas a la planificación pastoral diocesana. Interiormente deben ser una escuela de comunión y participación, donde a través de procesos evangelizadores se susciten verdaderas experiencias religiosas a la luz del kerigma, se tejan lazos de hermandad entre sus miembros y se encarne la misión evangelizadora que no puede ser otra que la del Reino de Dios y su Justicia.
7.4. Renovación de la parroquia
En la construcción de la Iglesia Diocesana que soñamos, las parroquias ocupan un lugar preferencial. En comunión con toda la Diócesis se definen como una red de comunidades y grupos, capaces de articularse, con miembros evangelizados y evangelizadores en estado permanente de conversión personal y pastoral (Cf. DA 172).
Son Instituciones nuevas, renovadas desde dentro, que encarnan el proyecto de Jesús (Lc 4,18-20). Con una programación parroquial que acoge los criterios y lineamientos del Plan Pastoral Diocesano. Entiende la evangelización en una dinámica de procesos más que de sucesos; está atenta a leer los signos de los tiempos (Cf. Ap 2,29); dispuesta siempre en salida misionera (Primerea, involucra, acompaña, fructifica y festeja (EG 24), para llegar a lejanos y alejados. También sabe aprovechar los nuevos areópagos modernos para el anuncio del Reino.
Es sin duda una nueva imagen de parroquia, con una pastoral de re engendramiento que le permite salir del centralismo litúrgico y sacramental y sin descuidarlo hacer la opción por células eclesiales (comunidades) de talla humana que nacen del kerigma, suscitan conversión, forma discípulos que desde la comunión se preparan para encarnar la misión evangelizadora de la Iglesia desde la Diócesis de Apartadó.
7.5. Agentes pastorales
En el modelo eclesiológico Pueblo de Dios que hemos asumido para construir la Iglesia particular que soñamos, el sujeto primario de la evangelización son todos los bautizados en comunión y participación. Con esta intuición el Papa nos dice: “cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y en el grado de ilustración de su fe, es un agente evangelizador” (EG 120).
Una de las exigencias en la búsqueda del ideal de Iglesia diocesana es repensar la identidad y la misión de los agentes pastorales. Han de ser pues discípulos misioneros reengendrados en la fe que asuman dos vertientes en estado permanente: la conversión personal y pastoral. Agentes evangelizadores que recuperen la identidad cristina desde procesos evangelizadores que nacen del kerigma y los lleven a formar comunidades cristiana. Y que tengan proyección cristiana para que desde la salida misionera pongan al servicio del Reino los dones y carismas que de Dios han recibido (1 Cor. 12,8).
7.6. Pequeñas Comunidades Eclesiales
Las Pequeñas Comunidades Eclesiales es el lugar privilegiado donde los Discípulos –Misioneros de Jesucristo que peregrinan en el Urabá Darién, redescubren su vocación bautismal y se reúnen desde la fraternidad para vivir lo fundamental cristiano (Cristo, su Reino y su justicia). En ellas se vive una autentica espiritualidad de comunión. Y con su testimonio se convierten en un signo visible del reino de Dios en medio de nosotros.
Aparecida, cuando alude a las comunidades eclesiales dice: “las CEBs manteniéndose en comunión con su obispo e insertándose al proyecto de pastoral diocesana, juntamente con los grupos parroquiales, asociaciones y movimientos eclesiales, pueden contribuir a revitalizar las parroquias haciendo de las mismas una comunidad de comunidades” (DA 179).
El Concilio Vaticano II, dice: “quiso el Señor santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados entre sí, sino construyendo con ellos un pueblo que lo conociera en la verdad y lo sirviera santamente” (LG 9).
La comunidad siempre ha estado en la mente de Dios, es el lugar teológico por excelencia, donde se puede alcanzar una experiencia plena de Dios y se puede verificar los dones que da el Espíritu.
Al hacer la opción por Pequeñas Comunidades Eclesiales en nuestra Iglesia Diocesana de Apartadó, Estas serán auténticas y definidas en su SER y HACER.
En su Ser, a la luz de las primeras comunidades cristianas de Hechos 2, 42-47 están centradas en Cristo y no en su líder; convocadas por Cristo, ya que Él es el que llama e inserta miembros a la comunidad para que esta crezca y experimente la salvación (Cf. Hch 2,47); asistida por el Espíritu de Jesús, esta realidad les permite mantenerse unidos y en salida misionera; dispuesta a compartir la pasión de Cristo, es decir que no estará ajena a conflictos y persecuciones.
En el Hacer las comunidades cristianas del Urabá – Darién acentúan su eclesialidad desde su dimensión profética, como una comunidad que denuncia, anuncia y vive lo que anuncia; su dimensión litúrgica, una comunidad que celebra la fe que profesa (palabra, oración, sacramentos etc.); su dimensión social, abierta al servicio y a la compasión con quien se encuentra en estado de necesidad bien sea dentro o fuera de la Iglesia Diocesana.